Bendición de la Capilla de Ntra. Sra. de la Esperanza en Picota (Perú)

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Carta del P. Francisco Granados Lara

Picota (Moyobamba) – PERÚ – 1 de octubre, 2017

Muy queridos padres Leopoldo, Rafa y feligreses de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Esperanza de Córdoba:

Os escribo desde estas tierras de misión, en la región de la selva amazónica del Perú, provincia de Picota (Prelatura de Moyobamba) donde, como bien sabéis, estoy desde que dejé esa querida Parroquia donde estuve sirviendo al Señor y a su Iglesia durante 4 años. Ahora la misión es la misma, pero en condiciones muy distintas a las de allí. Estamos desempeñando la tarea misionera de anunciar y llevar el Evangelio a los pobres y necesitados, los preferidos de Dios, en una amplia zona de la selva peruana donde apenas hay sacerdotes para tantos poblados y donde las condiciones de vida son muy precarias. Estoy muy bien de salud y muy feliz, gracias a Dios y a vuestras oraciones.

Habéis tenido la hermosa iniciativa de recaudar fondos y colaborar con el lugar donde nos encontramos desempeñando la misión. Antes de venirme a la misión me entregasteis muchos donativos y después, gracias a las iniciativas de los sacerdotes de la parroquia, habéis seguido recaudando fondos en la hucha de cuaresma, las celebraciones de las primeras comuniones, las actividades de “las mañosas” en el mercadillo solidario, etc… Todo lo recibido ha hecho posible que se haga realidad la realización de un proyecto: la Capilla de Ntra. Sra. de la Esperanza en el poblado de Winge. En ella se ha colocado una sencilla imagen de la Virgen de la Esperanza hecha en piedra. Se trata de un poblado cercano a Picota en el que los católicos no tenían capilla para hacer sus celebraciones: la liturgia de la Palabra y los sacramentos. Es un poblado donde hay mucha presencia de sectas y era muy necesaria la construcción de una sencilla capilla para los católicos de la comunidad. El pasado día 20 de septiembre la bendijo Mons. Rafael, el Obispo prelado de Moyobamba. Fue preciosa la inauguración y se podía ver en los rostros de la gente de allí la enorme alegría de tener una capilla e su poblado para orar y poder celebrar la fe.

Por ello, os dirijo en nombre propio y del otro compañero sacerdote, Paco Delgado, con el que estoy en la misión así como de la gente esta carta de gratitud por vuestro trabajo generoso y desinteresado en favor de la misión, hecho con mucho amor a Dios y a los pobres. Lo más importante que habéis hecho es sentiros solidarios y cercanos con los que más sufren. ¡Gracias de corazón!

Aquí donde estamos hay muchas necesidades. Las familias tienen muchos niños y viven en la mayoría de casos en condiciones muy penosas: las casitas son muy pobres, muchos niños tienen que ir andando durante horas para ir a las pobrecitas escuelas que tienen, sobre todo en las zonas más alejadas de los poblados. Los enfermos y ancianos viven en una situación muy precaria. Vuestra ayuda es muy importante para hacer frente a estas necesidades y a tantas otras…

La gente sencilla está acostumbrada a vivir de un modo muy distinto al nuestro: sin lujos ni comodidades ni caprichos; viven con lo justo y muy agradecidos a Dios por tener un campito que cultivar y alimento que llevarse a la boca. Con eso les basta. La mayoría de la gente tiene una fe muy firme y fuerte: la provincia donde estamos (estamos solo dos misioneros aquí) tiene en torno a unas 130 comunidades cristianas dispersas… En muchos casos, ellos mismos son los que construyen sus capillas: muy pobrecitas, con maderas, barro y cañas; la gente viene andando a veces durante horas para poder celebrar la misa o bautizar a sus hijos… Hay sitios a los que se puede llegar muy de tarde en tarde, quizás una o dos veces al año, pues los caminos para llegar no son fáciles, sobre todo cuando llueve.

Dios os pague vuestra generosidad. Un pequeño gesto de ayuda y colaboración con los demás hecho con amor tiene un valor infinito para Dios.

Rezad por nosotros, los misioneros, para que seamos fieles a la misión que el Señor nos ha encomendado. Reitero la gratitud de corazón a toda la Parroquia y, en especial, a vuestros sacerdotes, D. Leopoldo, quien lleva tan viva en su corazón esta misión y D. Rafael.  Pronto tendré ocasión de ir a por ahí para tomar un tiempo de vacaciones y descanso y prometo haceros una visita a la Parroquia.

Yo también rezo por todos vosotros, por los sacerdotes y toda la Parroquia, para que Dios os proteja y bendiga mucho en este nuevo curso que allí estáis comenzando. Un agradecido abrazo a todos desde estas lejanas tierras de misión:

P. Francisco Granados Lara

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