El pasado 2 de julio celebramos con inmensa alegría los 25 años de ordenación sacerdotal de D. Leopoldo. La Eucaristía comenzó con una solemne procesión, acompañado por sacerdotes, diáconos, seminaristas y monaguillos. Desde el primer momento, fuimos invitados a dar gracias a Dios por este largo camino de fidelidad a su llamada.
D. Leopoldo quiso consagrar la misa al Inmaculado Corazón de María, a quien se encomendó desde sus inicios. El “coro joven”, del que se siente especialmente orgulloso, animó la celebración con entusiasmo y entrega.
En su homilía, recordó con emoción su recorrido pastoral por Jauja, Lucena, Picota (Perú) y su actual parroquia, Nuestra Señora de la Esperanza, donde sirve desde 2016. Agradeció profundamente la presencia de sus hermanos sacerdotes, diáconos, seminaristas, feligreses y, especialmente, de su familia.
Compartió vivencias, anécdotas y sentimientos de estos 25 años, animándonos a tener siempre presentes tres palabras esenciales en la vida cristiana: Perdón, Gracias y Ayuda. Nos invitó también a mirar siempre a la Virgen María como modelo de entrega y fortaleza.
Las ofrendas fueron presentadas por su familia, mientras uno de sus sobrinos explicaba su significado. Durante la consagración, sentimos la presencia viva del Señor en una iglesia llena de fe y emoción.
Tras la bendición final, se proyectó un emotivo vídeo conmemorativo, se le hizo entrega de algunos regalos y se entregaron recordatorios con la imagen de la Virgen de la Esperanza. Además, su hermana monja y su convento elaboraron rosarios que D. Leopoldo repartió con mucho cariño.
La celebración concluyó con un ágape fraterno, entre abrazos, recuerdos y alegría compartida. Fue una misa entrañable y llena de gratitud. Damos gracias a Dios por el regalo del sacerdocio de D. Leopoldo.
¡Que el Señor lo colme de Bendiciones!