Misión en Calculta Jóvenes Agosto 2017

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Calcuta: Un breve testimonio de Algo Grande

            Dios ha estado Grande con nosotros, y lo ha estado desde el principio: aún cuando todavía estábamos conformando el grupo y teníamos nuestras dudas sobre quiénes –y con quiénes– iríamos, comprobamos que dejarnos en Sus manos fue la mejor decisión que pudimos tomar: recibir algunas incorporaciones inesperadas de última hicieron de todo el viaje algo… Inesperadamente especial.

            Una vez allí, las primeras impresiones –como tantas otras cosas de esta historia– no son explicables con palabras, puesto que pudimos comprobar que a pesar de habernos informado y de haber intentado hacernos interiormente conscientes de la realidad que existe allí (suciedad, pobreza, bullicio…), no tuvo nada que ver con vivirlo y sufrirlo. En persona adquirió un nuevo sentido que te sobrecogía y angustiaba en cada mirada que ofrecías o te ofrecían.  Sin embargo, estas primeras sensaciones que nos inundaban a la llegada  se contraponen con la imagen que nos dejó cuando volábamos de vuelta: una ciudad llena de vida y alegría, que no queríamos abandonar, y que es un reflejo irrefutable de la presencia de Dios en este mundo.

            ¿Qué hacía de la vida en Calcuta un cambio de opinión tan grande en nosotros? En primer lugar, los pobres. Eran pobres materiales, pero ricos, muy ricos, en espiritualidad; al contrario que nosotros. Cada gesto de amor que regalábamos se nos recompensaba con un amor más grande, más sencillo y más desinteresado, a pesar de los sufrimientos por los que la mayoría de ellos pasaban (salud, soledad o incluso la muerte). Trabajando con cada uno, tratándolos de igual a igual –y comprendiendo que, en la mayoría de cosas importantes, ellos estaban por encima de nosotros–  comenzamos a darnos cuenta de la suerte que tenemos por el mero hecho de haber nacido donde hemos nacido; comenzamos a aprender a dar gracias por todo aquello que pensábamos que simplemente nos merecíamos; comenzamos a vernos –y a verles– más desde Dios y menos desde nuestros ojos. Así las tornas fueron cambiando, hasta reconocer dónde se encontraba su riqueza y encontrar –a veces sorprendidos– nuestras grandes pobrezas.  Por otro lado, las hermanas. “Se dejan comer por los pobres”, como decía Madre Teresa. Son tenaces y constantes y nunca muestran un signo de flaqueza porque tienen a Dios, que se vale de su debilidad para dar su Amor a los demás. No sólo sorprendía el Amor con el que atendían a los más necesitados, sino el Amor con el trataban a Dios en la oración. Su mirada en la Adoración, por ejemplo, estaba llena de confianza hacia un Dios que, entre tanto mal, se hacía –y se sigue haciendo– presente a través de ellas. Fue gracias a la contemplación de su oración cómo comprendimos que sólo ahí, sólo en Dios, encontraríamos la fuerza para despertarnos al día siguiente y querer seguir amando a cada pobre desde nuestra propia pobreza. La oración, el hablar con Él y escucharle, se convirtió en nuestro pilar fundamental para entender el porqué del sufrimiento de toda la gente a la que atendíamos, para entender qué quería Él de nosotros y para llenarnos de Él mismo.

            Cuando regresamos a España y, después de unos días nos volvimos a juntar para disfrutar de otra reunión como las que solíamos tener allí, comprobamos que Calcuta ha dejado un poso en todos nosotros que, poco a poco, nos va regalando instantes que nos revelan un sentido más profundo de la experiencia, de nuestra experiencia, de nosotros mismos, de Dios.

            Estos regalos son lo que nos traemos de allí y lo que nos ayuda ahora a entender el valor de los pequeños gestos con gran Amor en nuestra cotidianeidad; y por todo esto –y más cosas que iremos descubriendo poco a poco– podemos decir que no ha sido un simple voluntariado, sino que trasciende para convertirse en un encuentro personal con Dios a través de sus pobres más pobres, de sus pobres convertidos en cristos sufrientes, de la convivencia con sus hijas más caritativas y de la oración pausada, constante y profunda con Él.

Aquí compartimos algunas de las fotos que nos han facilitado.

 

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