Como hace un par de domingos, encontramos de nuevo a Elías y Jesús protagonizando dos episodios que giran en torno al pan. Huyendo por el desierto, el gran profeta Elías se siente débil, cae en el desaliento y se desea la muerte. Pero el Señor le envía un pan y un agua que le proporcionan un vigor extraordinario que le ayuda a alcanzar su meta, el monte de Dios.
Jesús, en cambio, se presenta a sí mismo como el pan vivo bajado del cielo, cuya fuerza de vida supera a la del pan de Elías.
Cristo se nos ofrece en su cuerpo y en su sangre para darnos vida eterna.